Y ahora en vez hombres, había solo voces – Melissa Pareja
Las esculturas sonoras que integran este proyecto nacen a partir de una exploración de la dominación de la era tecnológica. Se genera un cambio de panorama que es no solo visual sino también sonoro, cambios que generan constantes transiciones y que en primera instancia muestran la adaptabilidad de la naturaleza. Hecho con basura electrónica, el objeto, tanto como el sonido, se inspira en el entorno natural; y aunque tiene una forma similar a un nido de oropéndola, la escala desnaturaliza la figura y transforma el espacio en el que se instala la escultura. El audio, que está hecho a partir de grabaciones de sonidos de agua, es procesado y editado, remitiendo a un paisaje sonoro familiar pero distante, creando un ambiente de una realidad distorsionada, una extrañeza que apela al recuerdo de algo conocido. Una de las razones por la cual quería usar grabaciones de agua como materia prima y no creaciones sonoras netamente artificiales era para dejar ese rastro de algo orgánico dentro de algo aparentemente inorgánico.