La exposición inaugura al público el sábado 10 de diciembre a las 10:00 a.m. y el cierra el sábado 17 de diciembre a las 12:00 p.m. el Faro del Tiempo Carrera 3 #12c-98, Bogotá.
La obra de Daniel Ariza también estará expuesta en el Estudio Intermedial bloque Tx 104 de la Universidad de los Andes.
Es un evento de entrada libre con horario de atención de lunes a viernes de 9:00 a.m. a 1:00 p.m. y de 2:00 a 5:00 p.m.
Un@ de l@s primer@s irresolut@s de los que tenemos constancia fue Qfwfq, en las Cosmicómicas de Italo Calvino, una multiforme presencia que cambia, se reconstruye según la anécdota, recompone su estado matérico, transita por biomas y cualidades sensoriales, se adapta a maneras de existir, se performa… se convierte en la célula de un relato. La célula apareció con el microscopio y con ella el Ribofunk de Paul Di Filippo declarando el reinado de las mitocondrias y vacuolas, pero con la sospecha de que llegaremos a 8 mil millones de humanos se presagió el colapso y volvimos a rehacer fronteras y ponerle nombres a los pedazos de espacio que nos distanciaban a hacernos fragmentos y a usar el verbo “crear” como una herramienta de conjunción explosiva anti vida, anti sentido.
Así juntamos semanas a la intemperie para volver a casa después de marchar con la mochila hecha collages, sabiendo quienes éramos, pero no quienes somos aún y con la piel expuesta en la búsqueda, ante nuestra genética de migrantes.
Deambulantes en mapas nos enviamos cartas para hilar nuestra sombra y amar sus palabras tejidas en los recuerdos que rescatamos al nombrar la lejanía, al nombrar su ancestralidad, al nombrar su eternidad con las arrugas de mis manos, con las de tus manos.
Recurrimos al remedio de los colores y contamos cuentos en sus lenguajes venidos desde más allá del mar, en donde nuestro pincel absorbía la trementina viva y metódica con la que tensamos el lienzo de nuestra morada.
E inventamos maneras de disolvernos en la oscuridad, obsoletos ante la innovadora producción comercial, descreímos de la muerte tecnológica y engendramos el mañana sin depender del futuro.
Pues resistimos en la ferro-niquelada órbita, regida por las altas temperaturas de la luminosidad que nos quedaba, alimentándonos del resplandor de las estufas, aunque su calor desvanecía nuestro cuerpo fugaz.
Por eso, nos preguntamos sí la apuesta de Pablo Servigne y Raphaël Stevens que llamaron “Colapsología” se dirigía a nosostr@s cuando conjuraron a “Escribir, contar, imaginar, provocar sentimientos…” Por eso nos volvimos células de nuestro relato, nos convocamos como organismo surgiendo del Cuthuluceno donde nos arropó Donna Haraway y empezamos por estudiar a las algas quienes nos pueden dar fe de cómo causar una extinción masiva y a la vez dar respiro a otras formas de vida rescindiendo nuestras catástrofes.
En ese esfuerzo extasiados, meditamos con los oídos y dejamos que la niebla nos abrazara en sus ramificaciones, inmersos en los rayos que guiaban la promesa de tocar lo científicamente inasible.
Y en silencio esperamos, cuando nos sacudieron murmullos que anunciaban la irrupción del ruido gritando su logro de expropiar la correspondencia postal a postal, que manteníamos con la aparente paz.
Pero obtuvimos y amasamos una tierra capaz de admitir la convivencia de fuerzas opuestas, de recomponer sonidos cosechados en nuestros periplos asistiendo al derrumbe violento de la torre de Babel que nos abasteció de miles de palabras… de millones de tiempos, de posibles infinitos, que nos liberaron quizá accidentalmente de las escalas burocráticas que nos ataban a la ley de la gravedad, y nos pudimos dar la mano con las bacterias y los virus que aún nos asechan…
Así fue que decidimos habitar los márgenes y las fronteras y hallar un túnel de escape y una entrada al mismo tiempo a lo desconocido, así decidimos admitir nuestra formulación de una trama hecha de experiencias y preguntas unidas por esa sustancia que como la materia oscura suponemos que está, pero no la podemos medir con exactitud ni queremos hacerlo, así fue que decidimos “TRASTOCAR LO IRRESUELTO”
David Santiago Correa Estepa – Zsanty